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Hambre emocional; factores y detección

Hambre emocional

En Centro Médico Santías traemos al blog uno de los términos que más controversia suscita por su mala comprensión, el hambre emocional.

El llamado hambre emocional es un término utilizado para describir el fenómeno de comer en respuesta a emociones en lugar de hambre física.

A diferencia del hambre física, que se origina por una necesidad biológica de nutrientes y respuesta del organismo, el hambre emocional surge como una forma de hacer frente a sentimientos como la tristeza, la soledad, el aburrimiento o el estrés. 

Este tipo de alimentación puede llevar a patrones de comer en exceso y a menudo se asocia con alimentos reconfortantes ricos en azúcares y grasas.

Características

Una característica distintiva del hambre emocional es su aparición repentina

A diferencia del hambre física, que se desarrolla gradualmente, el hambre emocional se siente de manera abrupta y urgente. Además, mientras que el hambre física puede satisfacerse con cualquier tipo de alimento, este hecho se suele relacionar con alimentos específicos y generalmente poco saludables.

Es crucial distinguir entre el hambre emocional y el hambre física para mantener un estilo de vida saludable. El hambre física se identifica por señales como el rugir del estómago y se alivia cuando se ha comido lo suficiente. 

Por otro lado, esta pretensión de ingesta no se satisface fácilmente con la comida; las emociones que lo impulsan permanecen incluso después de comer.

Manejar el impulso implica identificar y abordar las emociones subyacentes. Estrategias como llevar un diario de alimentos y emociones, practicar la alimentación consciente y buscar actividades alternativas para hacer frente a las emociones pueden ser útiles. 

En algunos casos, puede ser necesario buscar la ayuda de un profesional de la salud mental para desarrollar estrategias de afrontamiento más efectivas y saludables.

El reconocimiento del hambre emocional y el desarrollo de herramientas para manejarlo son pasos esenciales hacia una relación más saludable con la comida y el bienestar. 

Al ser conscientes de nuestras emociones y respuestas a ellas, podemos tomar decisiones más informadas sobre cuándo y qué comemos, lo que puede conducir a una vida más equilibrada y satisfactoria.

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